domingo, 15 de junio de 2008

No sólo asfixia, también ahoga...

Los hombres a veces son como una boya, cuando más cansada estas de nadar, de no encontrar de dónde asirte, te los encuentras en tu desesperación y te aferras a ellos.

Si no te corresponde, si no te ayuda con su amor y su paciencia, su comprensión, pero sobre todo empatía, a llegar finalmente a la orilla; por el contrario, te retiene en el agua, a pesar de tus brazadas desesperadas para no ahogarte… entonces no eres de ahí…

Nádale, con determinación, que sea la misma desesperación la que te impulse, hasta que encuentres finalmente la orilla… si no lo haces cuando es preciso, tarde o temprano te va a hundir...

No se antoja fácil, pero una vez que lo haces, es más sencillo que seguir pataleando en aguas hostiles, donde no sabes qué es lo que te hará sucumbir primero, si el hombre al que crees tu salva vidas o las condiciones adversas derivadas de las circunstancias.

La brújula que necesitas para llegar a tierra firme, todas, sin excepción, la llevamos dentro; mientras que el faro que con su luz te guiará a través de la oscuridad, es nuestro entendimiento que, una vez iluminado por una chispa de amor propio, nos conducirá hacia la dirección correcta, al amparo de la seguridad.

martes, 10 de junio de 2008

Sin acuse de recibo

Hay cartas que escribimos que posiblemente no obtengan respuesta, cartas escritas a veces con dolor, con una necesidad muy grande de expresarnos, cartas que llevan la intención de compartir una emoción, un sentimiento estancado en el fondo que precisa salir.
Esas lineas, representan una historia compartida resumida, una confesión, a pesar de no ser leídas o contestadas, están destinadas para ser escritas, para ver la luz, para llevar a su destino el mensaje aunque no sea posible confirmar que que serán leídas, por la contestación nunca llegó, ni de manera oportuna, ni años más tarde...
Cuántas cartas de esas quedarán sin respuesta, cuántas permanecerán flotando en el mar, contenidas en la botella, cuántas habrán llegado a la playa equivocada, habrán sido abiertas para luego ser leídas con indiferencia por la persona equivocada.
Cuántas de esas cartas, a pesar de estar en las manos correctas, serán finalmente desechadas con desdén al cesto de la basura o al fondo del cajón, sin la mínima intención de darles respuesta con tal de disipar la zozobra con la que fueron escritas...

domingo, 8 de junio de 2008

Paradoja

Los hombres, al igual que las mujeres, estamos destinados a ser presas de nuestras pasiones... las más diversas emociones nos embargan el alma...
Las más perversas nos poseen haciendo con nosotros lo que les viene en gana, no hay cabida para el sentido común, es el menos común de los sentidos ante tal estado de alarma.
Cuando menos lo esperamos, la pasiones confluyen en nuestro interior con la misma fuerza con la que el oceano azota los acantilados cuando la marea está en su punto más alto.
Las emociones, juntas o por separado, copulan con nuestra paz interna para finalmente dar a luz a una especie de mutante que carcome las entrañas.
Una fuerza desconocida, que no conoce de dimensiones, de límites, de cortapisas.
Es por ello que las emociones, en cualesquiera de sus manifestaciones, subliman lo mismo que dominan, pero también (e irremediablmente), avasallan.
Mientras esto no suceda, las emociones en su ir y venir, en ese encenderse para luego apagarse, pueden postergar o prolongar la llegada de sus efectos colaterales, que suelen ser por demás devastadores cuando se tornan incontrolables.
Lo mismo para aquel que se precia de temperamental que para aquel que conscientemente, o inconscientemente las reprime.
Por ello es que estamos destinados a vivir a sus expensas, difícilmente podremos poner un alto al sufrimiento por los más insospechados motivos, a la perenne necesidad de amor, de pasión carnal, de comprensión; o bien, a ese afán nuestro tan característico de perfección, de invulnerabilidad... a esa necesidad casi innata de supremacía por encima de los de nuestra especie, de sabiduría absoluta, de satisfacción a cualquier costo, pero sobre todo, a cualquier nivel.
Por ello es que, a razón de nuestras emociones, de su caprichoso y errático proceder, estamos condenados a vivir en un estado de absoluta indefensión.
...pero bien vale la pena preguntarse sí vivir sin sufrir el asalto de las emociones, cualesquiera que estas fueran, sería una situación concebible.
Ante la inexistencia de estas, del sobre salto que traen consigo, pero sobre todo, del sentido que le dan a la vida, seguramente la agonía se prolongaría más allá de lo imaginable...
Más allá, me atrevo a pensar, de lo que la misma agonía se manifiesta, para luego prolongarse indefinidamente por su causa.

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.

Rosario Castellanos

Una mujer desnuda y en lo oscuro

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Mario Benedetti